Ejercicio de Fin de Año
del Manual de la Adoración Nocturna Española


Siguiendo una tradición muy arraigada, la noche del 31 de diciembre, los adoradores se reúnen para una oración comunitaria de acción de gracias por el año vivido, reconociendo sus fallos y la misericordia del Señor; de ofrecimiento al Señor de esta página en blanco de su vida que es el año que comenzamos.
Se suman así mismo a la voz de la Iglesia que los llama especialmente a invocar y celebrar a María, Madre de Dios; rezar y comprometerse por la paz.
No es una vigilia clásica, sino una pausada celebración de la Eucaristía en que, teniendo en cuenta las motivaciones apuntadas, se dará especial relieve al Acto Penitencial y al Ofertorio.
Habrá una larga Acción de Gracias y Adoración después de la Comunión.
Se acabará con el Te Deum solemne al filo de la media noche.
Procurará hacerse a puerta abierta, invitando a toda la comunidad y, finalizada la celebración, puede tenerse alguna manifestación de alegría y afecto humano que concrete sensiblemente nuestro deseo de comunión fraternal. Podría, por ejemplo, brindarse por el Año Nuevo.

Nota: Conviene empezar el acto a las 11 en punto de la noche y organizar las distintas partes del rito de forma que la Santa Misa termine hacia las 11,50 horas y quede tiempo para cantar el Te Deum antes de las doce de la noche. No se pueden ganar dos indulgencias plenarias en el mismo día, pero esta noche se pueden ganar dos en el mismo ejercicio si se canta el Te Deum antes de la media noche y el Veni Creator ya en el día siguiente.

Santa Misa

Munición introductoria

Monitor:

Hermanos: Esta noche, en la que los hombres y las mujeres de todo el mundo se reúnen para despedir el año que acaba y saludar el año nuevo que comienza, nuestra celebración eucarística tiene que ser más que nunca:
Acción de gracias a Dios por el don de la vida que nos ha conservado durante el año que se va; invitación a una actitud penitencial por nuestra mezquina correspondencia a los innumerables beneficios del Señor, y petición de la ayuda necesaria para ser en adelante cada día más fieles a su divina voluntad.
En el sacrificio salvador, que Jesús, Cabeza de la Iglesia, renovará inmediatamente sobre este altar, tenemos esas tres cosas.
Por Él, con Él y en Él nuestras pobres acciones de gracias llegarán a Dios Padre Omnipotnte en la unidad del Espíritu Santo. Él, que en el madero de la cruz cargó con las prevaricaciones de todos los hombres, "es víctima de propiación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo". Y hechas en su nombre, nuestras peticiones tendrán infalible acogida ante el Padre, conforme a su promesa: "Todo lo que pidiéreis al Padre en mi nombre os será concedido". Por eso, nuestro mejor Ejercicio de fin de Año –que debe ser acción de gracias, arrepentimiento y petición de ayuda para caminar en la verdad- será esta celebración eucarística en la que vamos a participar.

Liturgia penitencial

Después del saludo del Celebrante y en lugar de las fórmulas breves de liturgia penitencial que figuran en el Misal, puede emplearse esta noche esta otra tomada del Ritual de la Penitencia, nº 348.

Celebrante:

Hermanos: Jesús, cuyo nacimiento hemos conmemorado hace pocos días, y cuyo sacrificio salvador se va a renovar dentro de unos momentos sobre este altar, nos enseñó el camino que lleva a la Casa del Padre. Durante el año que acaba no hemos caminado debidamente por él. Pidámosle que nos perdone y nos conceda vivir en adelante según su Evangelio.

Lector:

Señor Jesucristo, Tú has dicho: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos"; pero nosotros vivimos demasiado pendientes de las riquezas e incluso las buscamos injustamente. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.

Todos:

Ten misericordia de nosotros.

Lector:

Señor Jesucristo, Tú has dicho: "Dichosos los sufridos porque ellos heredarán la tierra"; pero nosotros vivimos en mutua violencia y nuestro mundo está lleno de discordia y de guerra. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.

Todos:

Ten misericordia de nosotros.

Lector:

Señor Jesucristo, Tú has dicho: "Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados"; pero nosotros soportamos impacientemente nuestras penas y nos preocupamos muy poco de nuestros hermanos afligidos. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.

Todos:

Ten misericordia de nosotros.

Lector:

Señor Jesucristo, Tú has dicho: "Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados; pero nosotros tenemos poca sed de ti, fuente de toda santidad, y nos desinteresamos de la justicia privada y pública. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.

Lector:

Señor Jesucristo, Tú has dicho: "Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"; pero nosotros no queremos perdonar a los hermanos y juzgamos con severidad a nuestros prójimos. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.

Todos:

Ten misericordia de nosotros.

Lector:

Señor Jesucristo, Tú has dicho: "Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios"; pero nosotros servimos a nuestras concuspiscencias y a los deseos de los sentidos, y no nos atrevemos a levantar hacia ti nuestros ojos. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.

Todos:

Ten misericordia de nosotros.

Lector:

Señor Jesucristo, Tú has dicho: "Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán hijos de Dios"; pero nosotros no construimos la paz en nuestras familias, en la sociedad, en la vida de los pueblos. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.

Todos:

Ten misericordia de nosotros.

Lector:

Señor Jesucristo, Tú has dicho: "Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos"; pero nosotros preferimos caer en la injusticia en vez de sufrir gustosos por causa de la justicia, y así discriminamos, oprimimos y perseguimos a nuestros hermanos. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.

Todos:

Ten misericordia de nosotros.

Lector:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

Todos:

Amén.

Ofertorio

Puede hacerse procesión de ofrendas. Pan, vino, flores, luces, colecta (hecha previamente en silencio o con algún breve cántico mientras se para la celebración) o algún otro signo apropiado. En el momento de depositar la ofrenda en manos del celebrante, se pondrán todos en pie significando su participación en ella.
El lector hará esta monición:

Junto con el pan y el vino, nos ofrecemos también nosotros, Señor.
Y como transformas el pan y el vino en alimento y bebida de salvación, transfórmanos a nosotros –sarmientos tuyos- de manera que nuestra actuación en el tiempo tenga también, por nuestra unión contigo –que eres la Cepa-, fuerza salvadora.

Exposición del Santísimo

Después de la Comunión se expone el Santísimo en la forma acostumbrada. Mientras se inciensa el Sacramento, puede cantarse el Pangue Lingua o el Magníficat.

Te Deum

Terminada la santa Misa, se entona el Te Deum (pág. 577 del libro-Manual), a cuya recitación solemne en el último día del año hay concedidas Indulgencia plenaria (Enchiridion Indulgentiarum, nº 50).

Celebrante:

Bendigamos al Padre, y al Hijo con el Espíritu Santo.

Todos:

Alabémosle y enalcémosle sobre todas las cosas por los siglos.

Celebrante:

Señor, escucha nuestra oración.

Todos:

Y llegue hasta ti nuestro clamor.

Celebrante:

El Señor esté con vosotros.

Todos:

Y con tu espíritu.

Celebrante:

Oremos: Oh Dios, cuyas misericordias no tienen número y cuya bondad es un tesoro infinito: damos gracias a tu Divina Majestad por los dones que hemos recibido, rogando siempre a tu clemencia que, pues nos concedes lo que en la oración te pedimos, no nos abandones, sino que nos dispongas para recibir las recompensas eternas. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:

Amén.

Adoración y acción de gracias

Terminado el canto del Te Deum, se hará un largo silencio de adoración hasta que suenen las doce campanadas de la media noche. Tras unos minutos de recogimiento, en que cada uno procurará dar gracias por el nuevo año y formular ante el Señor su compromiso personal para el futuro, continuará el acto comunitario.

Canto del Veni Creator

Monitor:

Cuatro circunstancias convergen en la celebración de la presente solemnidad:

Conmemoramos la Circuncisión del Señor, en virtud de la cual el Hijo de Dios hecho Hombre quiso agregarse al entonces Pueblo de Dios, como más tarde en virtud del Bautismo había de congregar a los hombres de todos los pueblos en la nueva familia de los hijos de Dios.

Festejamos la Maternidad divina de María, que por haber proporcionado a la Persona del Verbo la naturaleza humana que asumió, es verdaderamente Madre de Dios; y por haber dado a luz a Cristo Cabeza, es igualmente madre de todos los miembros de su Cuerpo Místico.

Celebramos con la Iglesia universal la Jornada Mundial por la Paz, pidiendo ese don preciado a Jesús a quien los profetas anunciaron como Príncipe de la Paz, y cuyo nacimiento debe aportar, según cantaron los ángeles, paz a los hombres que ama el Señor.

Finalmente comenzamos un nuevo año civil, que debe ser un motivo de agradecimiento a Dios y es una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso de servicio y entrega generosa al Dador de todo bien.

El objetivo final de la Encarnación del Unigénito es hacer a los hombres hijos de Dios. Esto se logra por la incorporación a Cristo de los que creen en Él: incorporación que, como la Encarnación del Verbo, es obra del Espíritu. Con razón, pues, pudo escribir san Pablo que "los que son guiados por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios" (Rom 8, 14). Por ello comenzamos el año invocando la acción del Espíritu Santo en nosotros.

Puestos en pie, cantan todos a dos coros o alternando con los cantores:

Veni Creator Spiritus,
Mentes tuorum visita,
Imple superna gratia,
Quae tu creasti, pectora.

Qui diceris Paraclitus,
Altissimi donum Dei,
Fons vivus, ignis, caritas,
Et spiritalis unctio.

Tu septiformis munere,
Digitus Paternae dexterae,
Tu rite promissum Patris,
Sermone ditans guttura.

Accende lumen sensibus,
Infunde amorem cordibus,
Infirma nostri corporis,
Virtute firmans perpeti.

Hostem repellas longius,
Pacemque dones protinus;
Ductore sic te praevio,
Vitemus omne noxium.

Per te sciamus da Patrem
Noscamus atque Filium;
Teque utriusque Spiritum
Credamus omni tempore.

Deo Patri sit gloria,
Et Filio, qui a mortuis
Surrexit, ac Paraclito
In saecula saeculorum. Amen.

En castellano:

Ven, Espíritu creador,
visita nuestras almas.
Y, pues tú las creaste,
llénalas de tu gracia.

Oh, don de Dios Altísimo,
abogado te llaman,
fuego, amor, fuente viva,
suave unción del alma.

Tú, dedo de Dios Padre,
siete dones regalas;
Tú, de Dios fiel promesa,
inspiras las palabras.

Tú, nuestra mente alumbra,
Tú, nuestro amor inflama
y con tu fuerza anima
a nuestra carne flaca.

Ahuyenta al enemigo,
infúndenos tu calma,
dirige nuestros pasos
y nuestro mal aparta.

Enséñanos al Padre
y al Hijo nos declara,
y en ti, de ambos Espíritu,
crea nuestra fe santa.

Gloria al Padre por siempre,
gloria al Hijo, preclara,
gloria al divino Espíritu,
que siempre reina y manda. Amén.

Celebrante:

Emitte Spiritum tuum et creabuntur.

Todos:

Et renovabis faciem terrae.

Celebrante:

Oremus: Deus, qui corda fidelium Sancti Spiritus ilustratione douisti: da nobis in eodem Spiritu recta sapre et de euis Semper consolatione gaudere.
Actiones nostras, quaesumus Domin aspirando praeveni et adiuvando prosequere, ut iuncta nostra oratio et operatio a te Semper incipiat et per te coepta fiiatur. Per Christum Dominum nostrum.
Todos: Amén.

La recitación comunitaria del “Veni Creator” el primer día del año tiene concedida Indulgencia Plenaria lo cual indica la importancia que la Iglesia concede al hecho de comenzar el año invocando al Espíritu Santo.

Conclusión

Después de rezar unos minutos en silencio el celebrante dice:

Terminamos la celebración glorificando al Unigénito de Dios que, nacido de María Virgen por obra del Espíritu Santo, recibió el nombre de Jesús al ser circuncidado al octavo día. Bendigamos al Príncipe de la Paz, que vino para hacer de dos pueblos uno solo, ofrezcámosle las primicias del año que comienza.

Lector:

Tú que has querido nacer de la Virgen María para ser nuestro hermano.

Todos:

Haz que todos los hombres sepamos amarnos como hijos del mismo Padre que está en los cielos.

Lector:

Tú, que viniste para hacer de todo el género humano el nuevo pueblo de Dios.

Todos:

Haz que todas las naciones alcancen la concordia mutua y vivan como una sola familia.

Lector:

Tú, que conseguiste del Padre un año más para que la higuera infructuosa diera fruto.

Todos:

Haz que le dediquemos las primicias del año que hoy comienza y que, durante él, unidos a ti, produzcamos el fruto que de nosotros esperas.

Celebrante:

Dios Todopoderoso, cuyo trono permanece siempre y cuyos años no se acaban; escucha nuestras plegarias y bendice el año que hoy empieza. Para que en su decurso no nos falte el pan de cada día, y nuestras almas encuentren en tu Palabra el camino hacia ti. Por Jesucristo Nuestro Señor.

Todos:

Amén.

Oración de San Francisco de Asís por la paz

Recitado por un lector o conjuntamente por todos

¡Señor, haz de nosotros un instrumento de tu paz!
Donde existe el odio, que nosotros pongamos amor.
Donde existe la ofensa, que nosotros pongamos el perdón.
Donde existe la desesperación, que nosotros pongamos la esperanza.
Donde existe la duda, que nosotros pongamos la fe.
Donde existen las tinieblas, que nosotros pongamos la luz.
Donde existe la tristeza, que nosotros pongamos la alegría.
Haz Señor, que busquemos:
saciar más que ser saciados,
comprender más que sr comprendidos,
amar más que ser amados.
Porque es dando como se recibe,
Es perdonando como se es perdonado,
Es muriendo uno a sí mismo como nace a la vida eterna.

El celebrante da la bendición y reserva en la forma acostumbrada.