MALOS VIENTOS PARA LOS AEROGENERADORES

Después de muchos años esperando que se desarrollaran sistemas de producción de electricidad limpios, que permitan reducir y hasta eliminar los efectos nocivos de las actuales centrales nucleares y térmicas y de la combustión del petróleo (residuos tóxicos, emisiones de gases, efecto invernadero...), parece que, por fin, las empresas han apostado por uno de ellos: la energía eólica.

La producción de electricidad a partir de la fuerza del viento aprovechada por unos aerogeneradores, instalados por decenas en los llamados "parques eólicos", se multiplica como consecuencia de la instalación de esos parques por numerosos lugares de España. Sin producir ningún tipo de residuos, los inconvenientes de estos parques se centran en el impacto paisajístico y visual que causan ya que, al ubicarse normalmente en lugares altos, son visibles desde largas distancias. Esa ubicación en altos, elegidos en tiempos pasados para establecer poblados defensivos –los castros- y hasta lugares de culto a los dioses, hace que a menudo se añada otro inconveniente a la instalación del parque: la posible destrucción de restos arqueológicos e históricos.

En Cantabria, donde también se han presentado bastantes solicitudes para instalar esos parques, estos inconvenientes, agravados por la descoordinación entre Consejerías del Gobierno en el caso del parque de la empresa CESA en Monte Ornedo (tras aprobar dicho parque la Consejería de Industria, la de Cultura impide su instalación por la posible existencia de vestigios arqueológicos), parece que van a provocar una moratoria en la tramitación de aquéllas. La cuestión radica en que casi todas las solicitudes presentadas se refieren a la zona de Campóo y Valderrredible, zonas de gran riqueza de restos históricos aun por investigar. El Gobierno, según informa El Diario Montañés del día 11-11, se propondría prohibir la instalación de los aerogeneradores en toda esta zona.

Ciertamente los yacimientos arqueológicos que puedan existir deben valorarse y conservarse. Sin embargo, no deja de sorprender que, después de haber pasado ya algún año desde las solicitudes presentadas, sea ahora cuando se piense en adoptar dichas medidas protectoras. ¿Por qué no se adoptó esa medida desde el principio, como se debía haber hecho? Parece que el cambio de consejero de Industria tiene algo que ver.

El anuncio de esa posible moratoria coincide en el tiempo con el del total apoyo del Gobierno de Cantabria a la planta de generación eléctrica a partir del gas natural que pretende establecer la empresa Sniace con una inversión estimada de 60.000 millones de pesetas. El Gobierno, a través de la empresa pública Sodercan, estaría dispuesto incluso a participar económicamente en la inversión.

De ambas noticias parece extraerse la conclusión de que el Gobierno, que tiempo atrás había mostrado su preocupación por la gran dependencia energética de Cantabria respecto a otras zonas, apuesta por solventar esa dependencia mediante la planta de Sniace. Tal dependencia, que no es tan negativa si consideramos que los tiempos de la autarquía en que había que autoabastecerse de todo ya quedaron atrás, se mantendría con esa opción, pues con ella cambia sólo la fuente de dependencia que pasaría a ser del gas.

Sniace, que atravesó una grave crisis hace unos años de la que la sacó el decidido apoyo del Gobierno cántabro, apoyo justificado en la importancia que tiene para Torrelavega y su comarca, sería, una vez más, la gran beneficiada de esta nueva orientación energética. Con aquellos apoyos lo importante era que Sniace subsistiera por lo que no se le exigió la adopción de medidas medioambientales que sí se le deben exigir si va a recibir nuevos apoyos: debe dejar totalmente de contaminar el río Besaya y debe instalar filtros de modo que sus emisiones gaseosas no produzcan la "pestilencia" que se siente muchos días en Torrelavega.

Sin embargo, aun cuando apueste por esa megacentral de Sniace, el Gobierno no debe cerrar las puertas a la instalación de parques eólicos en lugares donde su impacto no sea importante. Claro es que va a ser difícil encontrarlos ya que, convertida Cantabria entera en zona turística y siendo el turismo rural y "de naturaleza" lo que se ha potenciado en los últimos años para las comarcas del interior, casa mal con ello la contemplación de esos molinos de viento de muchos metros de altura. La única alternativa sería intentar "vender" la presencia de los molinos (equiparados a energía "ecológica") como una prueba más del respeto a la naturaleza en Cantabria.

Debiera el Gobierno también potenciar la utilización de paneles de energía solar, que pueden contribuir a llevar la electricidad a cabañas aisladas sin necesidad de grandes tendidos ni inversiones. Además, pueden ser ya otra fuente alternativa de energía.

Esperemos, por tanto, que el Gobierno regional sopese bien sus decisiones en materia energética y sepa hacerlo compatible con la conservación del importante patrimonio histórico, arqueológico, paisajístico y natural que tiene Cantabria.