EN DOS PALABRAS



LA RED CÁNTABRA incluye en esta sección pequeños comentarios de actualidad, que pueden referirse tanto a cuestiones internacionales como nacionales, aunque predominarán probablemente los referidos a Cantabria. Se incluirán comentarios cada pocos días. Salvo que se indique otra cosa, el autor de los mismos es Gabino Santos. El lector puede dar su opinión en los Foros.

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MODELO ECONÓMICO PARA CANTABRIA

(24-11-2003)

El Diario Montañés, en su edición del sábado, incluía en su sección "El Anfiteatro", un pequeño comentario en el que, tras recoger el apoyo de la CEOE a la planta eléctrica que pretende construir Sniace en Torrelavega y lamentar la creciente oposición de diversos partidos y grupos a la misma, planteaba un interesante debate: "¿Qué modelo de Cantabria queremos? ¿Una región de cuidados prados, cuajada de parques naturales y exenta de fábricas, trenes AVE y vías de alta velocidad? ¿Una comunidad capaz de crear riqueza y empleo para las nuevas generaciones aún a costa de hollar el marco incomparable?."

El domingo, el mismo periódico, publica un artículo ("Cantabria, la remilgada") de su director, Manuel A. Castañeda, que viene a incidir en la misma línea. Así, tras señalar que "casi cada semana se publica alguna noticia que relata la zancadilla que un grupo de vecinos, una asociación ecologista o un político ha puesto a alguno de los pocos proyectos encaminados a dotar de músculo industrial a esta región", pone varios ejemplos: el trazado del AVE a su paso por Los Corrales de Buelna, las líneas de distribución de energía eléctrica, los aerogeneradores de Soba, la central eléctrica de Sniace y el Parque Natural de Oyambre.

Aunque yo no formo parte de ningún grupo de vecinos ni de ninguna asociación o partido de estos que ponen "zancadillas" al progreso (ni a ningún otro), he coincidido en muchas ocasiones con ellos, por lo que me permito entrar en el debate que se propone.

Habría que matizar, en primer lugar, que si se producen dilaciones en muchos de esos proyectos es por el incumplimiento por sus promotores de los procedimientos de tramitación establecidos. Si se cumpliera lo establecido, en cuanto a estudios de impacto ambiental sobre todo, no se hubiera dado opción a esas asociaciones a denunciar ante los tribunales los incumplimientos, denuncias que, en la mayoría de los casos, han culminado dando la razón a los denunciantes, demostrando que eran fundadas.

En segundo lugar, y entrando ya al meollo de la cuestión, he de decir que yo estoy a favor de la mejora de las infraestructuras y a favor del fortalecimiento de la industria regional, tanto de la ya existente como con la implantación de otras nuevas. Ahora bien, lo uno y lo otro se puede hacer causando mayor o menor daño al entorno natural en que se ubican. Es cuestión, la mayoría de las veces, de los medios y la tecnología a emplear. Yo defiendo que, aunque el coste económico sea mayor, se deben emplear las más modernas y menos contaminantes (que normalmente lo uno va unido a lo otro) tecnologías disponibles. Desarrollo y respeto a la naturaleza son perfectamente compatibles. Pero analicemos, los ejemplos citados por Manuel Ángel Castañeda.

El primero es el tren de alta velocidad. ¡Cómo no voy a estar a favor de reducir considerablemente el tiempo empleado en ir a Madrid!. Lo que sucede es que yo creo que debe estudiarse cuidadosamente el impacto sobre la naturaleza (lo que se destroce, nunca volverá a recuperarse), hacer estudios de varias alternativas y optar por la que menos impacto ambiental tenga, con independencia de que su coste económico sea mayor. Si hay otro trazado que impacte menos en zonas de alto valor ecológico, si hay que hacer más túneles, o más viaductos, etc., habrá que decantarse por ello, con independencia de su coste económico. Y valorar también si, llegados a un punto, compensa la inversión y/o el coste ecológico necesarios para ganar cinco minutos.

En cuanto a las líneas de alta tensión, está claro que son necesarias para el modo de desarrollo económico por el que se ha optado. Ahora bien, ante las dudas existentes sobre su impacto en la salud de las personas que viven en sus cercanías, habrá que adoptar todas las medidas necesarias para eliminar ese impacto: enterrarlas, buscar trazados por zonas deshabitadas, aumentar la altura de las torres, etc. Lo que sucede es que muchas veces estas medidas suponen un mayor costo económico que, parece, no se está dispuesto a asumir, sin pensar que lo primero es la salud humana.

Por lo que se refiere a la central eléctrica de ciclo combinado que pretende construir Sniace en Torrelavega, es conveniente comenzar haciendo una matización, sobre la catalogación de la energía generada por estas centrales como "energía limpia". Es cierto que es un modo de producción de energía que no provoca tantas emisiones como las centrales térmicas que queman gasoil o carbón. En comparación con ellas, se puede decir que es "más limpia". Pero no se puede decir que es limpia en términos absolutos, ya que la combustión del gas también produce residuos que, en el caso concreto de la planta prevista en Torrelavega, dada su gran potencia (800 MW), van a alcanzar volúmenes relativamente importantes que, añadidos a los niveles de contaminación ya presentes en la atmósfera torrelaveguense, harán que previsiblemente se superen los topes marcados por la legislación para alguno de esos residuos.

Otra cuestión que habría que plantearse es si es necesaria para Cantabria esa planta. Se habla del déficit energético de Cantabria y de nuestra dependencia del exterior, pero, como ya se ha dicho en LA RED CÁNTABRA en otros comentarios, los tiempos de la autarquía, en que cada comunidad debía producir todo lo necesario para su abastecimiento, han quedado atrás. Hoy, en el mundo de la globalización, carece de sentido pretender autoabastecerse de todo. ¿O es que nos vamos también a poner a producir el trigo o los zapatos, por citar dos productos, que consumimos en Cantabria? ¿por qué esa distinción con la energía? Además, en realidad, con esta planta se mantiene nuestra dependencia del exterior, sólo que cambiamos la importación de kw. de energía por la importación de gas.

Esta planta de Sniace, como se ha dicho, tiene una capacidad de producción de 800 Mw., superior a todo el consumo de Cantabria en hora punta, lo que demuestra que pretende vender parte notable de su producción al País Vasco (también el País Vasco es el destinatario de las líneas de alta tensión que procedentes de Asturias atraviesan Cantabria y han encontrado problemas en Penagos y otras zonas). Se podría interpretar que quienes defienden su instalación optan por un modelo económico a superar, causante de las grandes desigualdades sociales del mundo, en el que un país atrasado (Cantabria ocuparía esta posición) vende materias primas (la energía) a otro desarrollado (el País Vasco), que produce con aquéllas artículos elaborados, generando para sí el valor añadido y la riqueza.

Este mismo modelo económico subyace en el caso de los aerogeneradores, sólo que, en esta ocasión, a nivel interno, dentro de Cantabria. Las zonas atrasadas (Soba, Campoo, la pasieguería...) quedan como productoras de materia prima de la que se benefician las zonas más avanzadas de Cantabria (la costa). De hecho, si los aerogeneradores no se instalan en la costa es por una decisión política. En la costa, en la confluencia del mar con la tierra, se generan vientos tan fuertes como los que hay en las montañas. ¿Por qué entonces los molinos de viento se instalan sólo en el interior? ¿No sería más rentable instalarlos en la costa, donde la proximidad a las zonas de consumo ahorraría costes de conexión a la red? Lo que sucede es que, claro, en la costa no queda bonito. Que desde la playa o desde la urbanización se vean esos molinos de 50 m. de altura no queda bien y la gente se quejaría. En cambio, en Soba, en Campoo... son cuatro los que están y su voz no llega muy lejos. Por tanto, queremos para otros lo que no queremos para nosotros. Además, a esas zonas la única alternativa económica que se les ha dado estos últimos años es el desarrollo del turismo rural y ya me dirán cómo se puede atraer visitantes con molinos de 50 metros de altura coronando todos los montes próximos.

El modelo económico que yo propugno para Cantabria pasa por la instalación de industrias, pero industrias que, dotadas de las tecnologías más avanzadas, reduzcan al mínimo sus emisiones de residuos y sus consumos de agua. Y pasa por facilitar la implantación de empresas ligadas a las nuevas tecnologías y al sector de servicios a las empresas. Por ejemplo, en mi modelo económico, el Gobierno de Cantabria debiera haber intentado evitar que se consumara lo anunciado el sábado por El Diario Montañés: el cierre de las oficinas en Santander de Geofactory.com. Una empresa puntera en un sector con futuro, creada en Cantabria, que llegó a tener 55 trabajadores, vendida a LaNetro por varios miles de millones de pesetas, se desvincula definitivamente de Cantabria y se traslada a Madrid para unificar sus servicios. ¿No estaría mejor empleado el dinero de los cántabros, estimulando a esta empresa a seguir en Cantabria e, incluso, a potenciar esta sede, trayendo aquí parte o todos los servicios con que contaba en Madrid, en lugar de suscribir ampliaciones de capital del Racing?

Debe quedar claro, pues, que el desarrollo económico y de las infraestructuras, adoptando las adecuadas medidas protectoras, que la mayoría de las veces están ligadas a una mayor inversión económica, es compatible con el respeto a la naturaleza.

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