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Nuestra Señora del Santísimo Sacramento

Adorad a Nuestro Señor en unión con la Virgen Santísima; no os digo que adoréis por medio de María, no; Jesús está ahí delante de vosotros para que os dirijáis a Él directamente; pero hacedlo con María, vivid con Ella, vivid cerca de Ella. Puesto que Nuestro Señor os la ha dado como directora y maestra, no adoréis nunca sin Ella. Decidle: "Acompañadme, buena Madre mía, acompañadme, porque la madre acompaña siempre a su hijo; sin Ti no sabría hacer nada."

Imaginaos ver a María de rodillas en el Cenáculo; ved cómo adora a su divino Hijo oculto en la Eucaristía. ¡ Oh! ¡cuán grato era a Jesús todo cuanto le decía María!; ¡qué bien sabía conmover el Corazón de su Hijo.

Arrodillaos, pues, junto a María; no intentéis andar solos, no os adelantéis; caminad a la par de vuestra Madre; haced con Ella una sola adoración, presentad un mismo homenaje con Ella. Oh, Jesús, le diréis, yo no sé adorarte, pero te ofrezco las palabras, los transportes del Corazón de tu amantísima Madre, que también lo es mía; no sé adorar, más te repetiré su adoración por los pecadores, por la conversión del mundo y las necesidades todas de la Iglesia.

De esta manera alegraréis el Corazón de María, y Ella, señalándoos con su dedo, dirá así a Jesús: "Mira, Hijo mío, cómo vivo en aquella alma, cómo todavía sigo adorándote en ella y por medio de ella".

¡Oh! si hay alguien que debe honrar y servir con particular fervor a María, es ciertamente aquel que hace profesión de vivir para la Eucaristía, porque ese tal necesita de María para adorar; ha de hacerse una misma cosa con Ella en su adoración.

Dejad, pues, que la Santísima Virgen gobierne vuestra vida; dejad que Ella os conduzca a Jesús. Una sola cosa quiere María: ¡ la gloria de su divino Hijo y vuestra felicidad!

Oh, María, que tan perfectamente has servido al Dios de la Eucaristía, sé nuestra Maestra en este amable servicio.

Cuánto habría que decir sobre la vida de adoración de María en el Cenáculo! Veinticuatro años pasados en este lugar santo, donde Jesús había instituido la divina Eucaristía y fijado su primer Tabernáculo !...

Del Venerable Pedro Julián Eymar. 1913

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