ADORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Gerardo Diego

Dame, Señor, tu ocio, ocio para adorarte,
ocio de pensamiento si las manos se enfangan,
ocio azul del espíritu mientras cavila el seso,
ocio de Ángel sin tiempo tras cancela de plumas,
de mariposa absorta en el borde del Cáliz
que abre y cierra sus alas abanicando el éxtasis,
ocio de alta vigilia reclinada en tu sueño.

No tener prisa, no tener prisa, no tener prisa.
Señor, Tú estás presente, Tú eres presente,
Tú eres el Presente.

Déjame despojarme de todo, de mis hábitos,
de mi calzado cómplice oloroso a tomillo,
de mi seda, mi música y mi rosa,
de mi retina y mi pincel abeja.
No quiero entenas, arríame, tómame,
desarbólame, déjame en puro casco
flotante y sin un rumbo, oscilando en tu mar.

Aquí me tienes, Señor, ahora ya puedo
acercarme, sumirme en tu inmensa presencia,
todo en ti convertido, deseado.
Ya sólo existo, soy, para adorarte.
Círculo eres sin fin y sin principio.
En el Pan Tú reposas y de onda en onda creces,
naciendo sin cesar para quererme.
Círculo quiero ser como tu blanco Cuerpo,
como el brocal de oro que se asoma a tu Sangre,
un redondo adorarte, anillo puro.

Nada hay más absoluto que este amor que nos une.
Cuerpo, Sangre de Cristo, báñame de tus ondas,
aliméntame, fúndame, concéntrame,
oh milagro sin víspera y contigo,
súbito arranque, asombro
de la viña, nueva revelación del trigo,
consejo de María inocente en las bodas.

(Y por Ella me acuerdo.
Grumete azul marino.
Primera comunión.
Yo, niño.

Con mi libro de nácar.
Con mi alma de lirio.
Qué adentro te acunaba.
Tú, Niño

Estrenaban mis ojos
góticos paraísos,
mis labios salmos cándidos.
Yo, David niño.

Te sentía quemándome
fundirte derretido.
Desmayaba de amores.
Tú. Jesús Niño

Sí. Siempre, siempre, siempre.
El aire se ha dormido.
Eterna es la pureza,
amor de niño a Niño)

Oh misterio de amor y de rocío.
No hay imaginación que delirarlo pueda,
no hay mente que lo abarque, que lo ciña,
ni labios que lo canten aunque en su linfa abreven.
El pan se hizo mil panes,
mil peces de canastos cuajaron un Pez solo,
el agua vino, el vino se hizo Sangre,
torrentes de amor rojo,
árbol circulatorio de pasión dibujada
por donde ya navega la índole redimida.
Y allí mismo, en el Sagrario, esclavo, manifiesto,
canta el Pan de la Vida su condición oblata.

Millonaria cosecha para la que no hay trojes
ni castillos de silos sino hambres consoladas.
Hambre de Dios, Dios mío, tener hambre de Dios.
Pero aún es más prodigio que Dios mismo
tenga y siga teniendo sed de hombre, sed de hombres.
Nada hay más absoluto que este amor tan tirano,
desnivel infinito nivelado a la altura
de una Persona en dos naturalezas.
Basta ya de palabras, nada dicen.
Hechos quieres, Amor, Cristo abreviado
a la medida de mi indigna vida.

(Amor, Amor, Amor.
Quiero cantarte dentro
en mi pecho.

Quiero ser tu Sagrario
y orfebre de mí mismo,
abrírteme en custodia
que te aloja.

Los Ángeles del ocio
me rodean. Soy jaula.
Canta, canta, Cautivo,
canta.

Canta, mi Melodía,
cantemos al unísono
que yo te sigo.

Arpégiame, transpórtame.
Sea yo todo tuyo,
tu arrullo.)

Ya no tengo otra cosa que hacer más que escucharte,
Sacramento Santísimo,
Acto, Pacto redondo de eternidad y plazo.

Veo en torno de mí ¿qué es lo que veo?
¿Dónde fueron los Ángeles?
Ahora son llamas,
bravías llamas que lamerme quieren
con lenguas de oro verde y lacre ardiendo.
Soy el centro visible de no sé qué universo,
soy acaso una pira y en mí se apiña y quema
la alada pesadumbre de una sacra Toledo.

Pero, ay de mí, soy torpe, incombustible.
De puro amor, mi Rey, mi Verso, mi Recluso,
de puro amor de adoración alzada,
sólo acierto a gloriarme, a transgloriarme
en surtidor de ocio
que sube en lanza y llueve calidísimas lágrimas.

-------------