Vigilia de la A.N.E.
PRESENTACIÓN de adoradores


Venimos, Señor, a tu presencia

(Domingo II, pág. 99 del Manual)
De rodillas

Lector:

Creemos, Señor, que estás realmente presente en la Eucaristía, y te adoramos, Jesucristo, Dios y Hombre.

Y porque deseamos expresarte nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro amor y nuestro deseo de permanecer siempre contigo,

Todos:

Venimos, Señor, a tu presencia.

Sintiendo la responsabilidad de prolongar en estas horas de la noche la alabanza que te canta toda la creación,

Todos:

Venimos, Señor, a tu presencia.

Para velar contigo esta noche, uniéndonos a tu oración y a tu adoración al Padre, uniéndonos a tu inmolación por toda la humanidad,

Todos:

Venimos, Señor, a tu presencia.

Responsables y representantes de la Iglesia que ora, trabaja, ama, sufre,

Todos:

Venimos, Señor, a tu presencia.

Para llenarnos de ti, para ser luego signo de tu presencia y de tu Amor,

Todos:

Venimos, Señor, a tu presencia.

Deseamos, Señor, fortalecernos con el Pan de Vida para estar siempre disponibles, en actitud de servicio, en entrega constante a ti, a la Iglesia, a los hermanos… Y por eso,

Todos:

Venimos, Señor, a tu presencia.



La Vigilia de la Adoración Nocturna es esencialmente una Vigilia de oración y adoración centrada en la Eucaristía, en nombre de toda la Iglesia. Nunca podrán faltar en nuestras vigilias: la oración personal y la oración litúrgica comunitaria que nos vincula a la Iglesia.


La Liturgia de las Horas es la oración que la Iglesia, en unión con Jesucristo, su Cabeza, y por medio de Él, ofrece a Dios. Se llama de las horas porque se efectúa en los principales momentos de cada día, que así es santificado junto con la actividad de los hombres (Laudes al comenzar el día; Vísperas al caer la tarde, Completas al acostarse...).

El Oficio de Lectura, desde los primeros siglos de la Iglesia, era la oración nocturna de los monjes mientras los hombres descansan; la alabanza y la oración del Señor no debe interrumpirse ni durante la noche.