Vigilia de la A.N.E.
PRESENTACIÓN de adoradores


Ante Tí, Señor

(Domingo III, pág. 143 y 562 del Manual)
De rodillas

Lector:

Ante ti, Señor, nos hemos reunido esta noche, acabado el trabajo del día, para presentarte nuestra ofrenda, la ofrenda de nosotros mismos, en un acto de alabanza y de adoración.

Es la hora del descanso.

Mientras nuestros hermanos duermen, nosotros nos sentimos comprometidos a velar, en nombre de la Iglesia, para que tu gloria, Señor, sea sin cesar reconocida; para que el tiempo, en que se desarrolla nuestra vida humana, se convierta, horas tras hora, día y noche, en un cántico de alabanza a ti.

Unidos y comprometidos con toda la humanidad, queremos, una vez más, recoger esta noche -para presentarlos ante ti como ofrenda y oración- los frutos de la laboriosidad de los hombres del campo y de la industria, el esfuerzo de los que luchan, la reflexión de los que estudian e investigan, el holocausto de los que sufren en el cuerpo y en el alma, el amor de las familias, las nobles aspiraciones de los jóvenes, las preguntas de los niños, ávidos de saber.

Queremos hacernos presentes y disponibles a tu presencia, renovando una vez más ante ti el compromiso de servicio a que nos has llamado: compromiso de adoración constante y de presencia callada, pero vigilante y activa, en el mundo.

Danos tu gracia para que, avivando nuestra fe y encendiendo nuestros corazones, te adoremos unidos esta noche con más fervor que nunca.

Que con María, tu Madre, sepamos adorarte y alabarte continuamente, y darte gracias porque nos has salvado, y porque aceptas nuestra ayuda, unidos a ti, para salvar al mundo, y porque permaneces, cercano, entre nosotros, como paga y señal de salvación. Amén.



La Vigilia de la Adoración Nocturna es esencialmente una Vigilia de oración y adoración centrada en la Eucaristía, en nombre de toda la Iglesia. Nunca podrán faltar en nuestras vigilias: la oración personal y la oración litúrgica comunitaria que nos vincula a la Iglesia.


La Liturgia de las Horas es la oración que la Iglesia, en unión con Jesucristo, su Cabeza, y por medio de Él, ofrece a Dios. Se llama de las horas porque se efectúa en los principales momentos de cada día, que así es santificado junto con la actividad de los hombres (Laudes al comenzar el día; Vísperas al caer la tarde, Completas al acostarse...).

El Oficio de Lectura, desde los primeros siglos de la Iglesia, era la oración nocturna de los monjes mientras los hombres descansan; la alabanza y la oración del Señor no debe interrumpirse ni durante la noche.