DOMINGO I
del manual A.N.E.

VIGILIA NOCTURNA del Manual ANE

Invitatorio
De pie

Presidente:

Señor, ábreme los labios.

Todos:

Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona

Salmista:

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

Todos:

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

      Tiempo de Adviento (hasta el 16 de diciembre): Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
      Tiempo de Adviento (desde el día 17 al 23 de diciembre): El Señor está cerca, venid, adorémosle.
      Tiempo de Navidad: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid adorémosle.
      Tiempo de Cuaresma: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.
      Tiempo de Pascua: Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Animáos los unos a los otros, día tras día mientras dure este “hoy” (Hb 3,13).

Salmista:

Venid aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Todos:

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

Salmista

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses;
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Todos:

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

Salmista

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Todos:

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

Salmista

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón, como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

Todos:

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

Salmista

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazones extraviados,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso"".

Todos:

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

Salmista

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Todos:

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

TURNO DE VELA

HIMNO

Dios de la luz, presencia ardiente
sin meridiano ni frontera:
vuelves la noche mediodía,
ciegas el sol con tu derecha.

Como columna de la aurora,
iba en la noche tu grandeza;
te vio el desierto, y destellaron
luz de tu gloria las arenas.

Cerró la noche sobre Egipto
como cilicio de tinieblas;
para tu pueblo amanecías
bajo los techos de las tiendas.

Eres la luz, pero en tu rayo
lanzas el día o la tiniebla:
ciegas los ojos del soberbio,
curas al pobre su ceguera.

Cristo Jesús, tú que trajiste
fuego a la entraña de la tierra,
guarda encendida nuestra lámpara
hasta la aurora de tu vuelta. Amén.

SALMODIA
Sentados

Antífona 1

Todos:

El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.

      Domingo I de Adviento: Mirad, viene ya el Rey excelso, con gran poder, para salvar a todos los pueblos. Aleluya.
      Domingo I y V de Cuaresma: El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.
      Octava de Pascua: Soy el que soy, y no sigo el consejo de los impíos, sino que mi gozo es la ley del Señor. Aleluya.
      Domingo V de Pascua: Aleluya. La piedra ha sido removida de la entrada del sepulcro. Aleluya.

Salmo 1

LOS DOS CAMINOS DEL HOMBRE
Felices los que poniendo su esperanza en la cruz, se sumergieron en las aguas del bautismo (autor anónimo del s.II).

Recitado a dos coros

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
En el juicio los impíos no se levantarán,
ni los pecadores en la asamblea de los justos,
porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Se puede repetir la Antífona 1. Breve pausa.

Antífona 2

Todos:

Yo mismo he establecido a mi rey en Sión.

      Domingo I de Adviento: Alégrate y goza, hija de Jerusalén; mira a tu Rey que viene; no temas, Sión, tu salvación está cerca.
      Domingo I y V de Cuaresma: Yo mismo he establecido a mi rey en Sión.
      Octava de Pascua: Lo he pedido a mi Padre, y me ha dado en herencia las naciones. Aleluya.
      Domingo V de Pascua: Aleluya. ¿A quién buscas, mujer?, ¿al que vive entre los muertos? Aleluya.

Salmo 2

EL MESÍAS, REY VENCEDOR
Se aliaron contra tu santo siervo Jesús, tu Ungido (Hch 4, 27).

Recitado a dos coros

¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?

Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
“Rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo”.

El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
"Yo mismo he establecido a mi rey
en Sión, mi monte santo".

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho:
"Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza".

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje templando;
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Se puede repetir o no la Antífona 2
Breve pausa

Antífona 3

Todos:

Tú, Señor, eres mi escudo, tú mantienes alta mi cabeza.

      Domingo I de Adviento: Salgamos con corazón limpio a recibir al Rey supremo, porque está para venir y no tardará.
      Domingo I y V de Cuaresma: Tú, Señor, eres mi escudo, tú mantienes alta mi cabeza.
      Octava de Pascua: Puedo dormir y despertar: el Señor me sostiene. Aleluya.
      Domingo V de Pascua: Aleluya. No llores, María; ha resucitado el Señor. Aleluya.

Salmo 3

CONFIANZA EN MEDIO DE LA ANGUSTIA
Durmió el Señor el sueño de la muerte y resucitó del sepulcro porque el Padre fue su ayuda (S. Ireneo).

Recitado a dos coros

Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
"Ya no le protege Dios".

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.

Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.

Levántate, Señor:
sálvame, Dios mío:
tú golpeaste a mis enemigos en la mejilla,
rompiste los dientes de los malvados.

De ti, Señor, viene la salvación
y la bendición sobre tu pueblo.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Puede repetirse o no la Antífona 3
Breve pausa

LECTURAS

Salmista:

La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza.

Todos:

Enseñaos unos a otros con toda sabiduría.

Lector Del libro del Éxodo 12, 1-8;11-14

Dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:

Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel:

El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.

Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas.

Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor.

Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta al Señor, ley perpetua para todas las generaciones.

Se hace una breve pausa para reflexionar
RESPONSORIO

Todos:

La multitud de los hijos de Israel, en la víspera de la Pascua, inmolará un cabrito. Y comerán carnes y panes ázimos.

Salmista:

Nuestro Cordero pascual, Jesucristo, ha sido inmolado; comámosle con los ázimos de la sinceridad y de la verdad.

Todos:

Y comerán carnes y panes ázimos.

SEGUNDA LECTURA

Desde un lugar apropiado (a poder ser, diferente del que se usa para proclamar las lecturas bíblicas), el lector proclama la lectura escogida especialmente para la vigilia, o la lectura y responsorio siguientes:

Lector:

De la encíclica “Mysterium Fidei” del papa Pablo VI.

Si la Sagrada Liturgia ocupa el primer puesto en la vida de la Iglesia, el Misterio eucarístico es como el corazón y el centro de la Sagrada Liturgia en cuanto es la fuente de la vida que nos purifica y nos fortalece de modo que vivamos, no ya para nosotros, sino para Dios y nos unamos entre nosotros mismos con estrechísima caridad.

Y para que se haga evidente la íntima conexión entre la fe y la piedad, los Padres del Concilio, confirmando la doctrina que la Iglesia siempre ha sostenido y enseñado y el Concilio de Trento definió solemnemente, juzgaron que era oportuno anteponer al tratar del Sacrosanto Misterio de la Eucaristía esta síntesis de verdades: "Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche de su traición, instituyó el Sacrificio Eucarístico de su Cuerpo y Sangre para perpetuar así el Sacrificio de la Cruz a lo largo de los siglos hasta su vuelta, confiando de este modo a su amada Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección; sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se come a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da como prenda de la gloria futura".

Con estas palabras se enaltecen a un mismo tiempo el Sacrificio que pertenece a la esencia de la Misa que se celebra cada día, y el Sacramento. Al participar de él los fieles por la Sagrada Comunión, comen la Carne y beben la Sangre de Cristo, recibiendo la gracia, que es una anticipación de la vida eterna y la medicina de la inmortalidad según las palabras del Señor: “El que coma mi Carne y beba mi Sangre tiene la vida eterna y Yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6,55).

Así pues, de la restauración de la Sagrada Liturgia, nos esperamos firmemente que brotarán copiosos frutos de piedad eucarística, para que la Santa Iglesia, levantando esta saludable enseña de piedad, avance cada vez más hacia la perfecta unidad, invita a todos cuantos se glorían del nombre cristiano a la unidad de la fe y de la caridad y los atraiga suavemente bajo la acción de la divina gracia.

Se hace una breve pausa para reflexionar

RESPONSORIO

Todos:

Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.

Salmista:

Yo soy el pan vivo bajado del cielo; quien comiere de este pan vivirá eternamente.

Todos:

Este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.

A continuación, todos los domingos del año, excepto en tiempo de Cuaresma, se dice el siguiente:

HIMNO FINAL. Te Deum

De pie

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.

A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.

Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.

Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.

Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.

A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.

A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te proclama:

Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Paráclito.

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.

Tú eres el Hijo único del Padre.

Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.

Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.

Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.

Creemos que un día
has de venir como juez.

Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.

Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.

Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.

Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.

Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

Oración

Presidente:

Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión; te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú, que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Terminada la Vigilia nocturna, es conveniente que los adoradores permanezcan en silencio para la oración personal.
Antes de acabar la hora de la vela, se rezan en común las preces expiatorias.
Al acabar la vigilia, por la mañana, se reúnen los adoradores para el rezo de Laudes.