Vigilia de Cuaresma
del Manual A.N.E.


Ofrecemos seguidamente un Oficio del Tiempo de Cuaresma que corresponde al Miércoles de Ceniza..

VIGILIA NOCTURNA

Invitatorio

De pie

Presidente:

Señor, ábreme los labios.

Todos:

Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona

Salmista:

Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Todos:

Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Salmista:

Venid aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Todos:

Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Salmista:

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses;
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Todos:

Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Salmista:

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Todos:

Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Salmista:

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón, como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

Todos:

Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Salmista:

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazones extraviados,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso"".

Todos:

Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Salmista:

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Todos:

Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

TURNO DE VELA

HIMNO

De pie

Llorando los pecados
tu pueblo está, Señor.
Vuélvenos tu mirada
y danos el perdón.

Seguiremos tus pasos,
camino de la cruz,
subiendo hasta la cumbre
de la Pascua de Luz.

La Cuaresma es combate;
las armas: oración,
limosnas y vigilias
por el reino de Dios.

«Convertid vuestra vida,
volved a vuestro Dios,
y volveré a vosotros»,
esto dice el Señor.

Tus palabras de vida
nos llevan hacia ti,
los días cuaresmales
nos las hacen sentir.

SALMODIA

Sentados

Antífona 1

Todos:

Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Salmo 102
HIMNO A LA MISERICORDIA DE DIOS

I

Bendice alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura;
él sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila se renueva tu juventud.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Todos:

Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Antífona 2

Todos:

Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.

II

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.

Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor de campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Todos:

Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.

Antífona 3

Todos:

Bendecid al Señor, todas sus obras.

III

Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.

El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes,
prontos a la voz de su palabra.

Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
servidores que cumplís sus deseos.
Bendecid al Señor, todas sus obras,
en todo lugar de su imperio.

¡Bendice, alma mía, al Señor!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Todos:

Bendecid al Señor, todas sus obras.

LECTURAS

Salmista:

Arrepentíos y convertíos de vuestros delitos.

Todos:

Estrenad un corazón nuevo y un espíritu nuevo.

PRIMERA LECTURA

El lector proclamará la lectura desde el ambón.

Lector:

Del libro del profeta Isaías 58, 1-12

EL AYUNO AGRADABLE A DIOS

Así dice el Señor Dios:

"Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados.

Consultan mi oráculo a diario, muestran deseo de conocer mi camino, como un pueblo que practicara la justicia y no abandonase el mandato de Dios. Me piden sentencias justas, desean tener cerca a Dios".

"¿Para qué ayunar, si no haces caso?, ¿mortificarnos, si tú no te fijas?"

"Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad. No ayunéis como ahora, haciendo oír en el cielo vuestras voces.

¿Es ese el ayuno que el Señor desea, para el día en que el hombre se mortifica?, mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor?

El ayuno que yo quiero es este: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne.

Entonces romperá tu luz la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá: gritarás, y te dirá: "Aquí estoy".

Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía.

El Señor te dará reposo permanente, en el desierto saciará tu hambre, hará fuertes tus huesos, serás un huerto bien regado, un manantial de aguas cuya vena nunca engaña; reconstruirás viejas ruinas, levantarás sobre cimientos de antaño; te llamarán reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas".

Se hace una breve pausa para reflexionar

RESPONSORIO

Todos:

El ayuno que yo quiero es éste -dice el Señor-: Partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: "Aquí estoy".

Salmista:

Cuando venga el Hijo del hombre, dirá a los de su derecha: "Venid, tuve hambre, y me disteis de comer".

Todos:

Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: "Aquí estoy".

SEGUNDA LECTURA

El lector proclamará la lectura desde u lugar apropiado, a poder ser, diferente del que se usa para proclamar las lecturas bíblicas.

Lector:

De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios,

(Caps. 7, 4-8, 38,5-9, 1; 13, 1-4; 19,2; Funk 1, 71-73, 77-78,87).

Fijemos con atención nuestra mirada en la sangre de Cristo, y reconozcamos cuán preciosa ha sido a los ojos de Dios, su Padre, pues, derramada por nuestra salvación, alcanzó la gracia de la penitencia para todo el mundo.

Recorramos todos los tiempos, y aprenderemos cómo el Señor, de generación en generación, concedió un tiempo de penitencia a los que deseaban convertirse a él. Noé predicó la penitencia, y los que le escucharon se salvaron. Jonás anunció a los ninivitas la destrucción de su ciudad, y ellos, arrepentidos de sus pecados, pidieron perdón a Dios y, a fuerza de súplicas, alcanzaron la indulgencia, a pesar de no ser del pueblo elegido.

De la penitencia hablaron, inspirados por el Espíritu Santo, los que fueron ministros de la gracia de Dios. Y el mismo Señor de todas las cosas habló también, con juramento, de la penitencia, diciendo: Por mi vida –oráculo del Señor-, juro que no quiero la muerte del malvado, sino que cambie de conducta; y añade aquella hermosa sentencia: Cesad de obrar mal, casa de Israel. Di a los hijos de mi pueblo: "Aunque vuestros pecados lleguen hasta el cielo, aunque sean como púrpura y rojos como escarlata, si os convertís a mí de todo corazón y decís: "Padre", os escucharé como a mi pueblo santo".

Queriendo, pues, el Señor que todos los que él ama tengan parte en la penitencia, lo confirmó así con su omnipotente voluntad.

Obedezcamos, por tanto, a su magnífico y glorioso designio, e, implorando con súplicas su misericordia y benignidad recurramos a su benevolencia, y convirtámonos, dejadas a un lado las vanas obras, las contiendas y la envidia, que conduce a la muerte.

Seamos, pues, humildes, hermanos, y, deponiendo toda jactancia, ostentación e insensatez, y los arrebatos de la ira, cumplamos lo que está escrito, pues lo dice el Espíritu Santo: No se gloríe el sabio de su sabiduría, no se gloríe el fuerte de su fortaleza, no se gloríe el rico de su riqueza; el que se gloríe, que se gloríe en el Señor, para buscarle a él y practicar el derecho y la justicia; especialmente si tenemos presentes las palabras del Señor Jesús, aquellas que pronunció para enseñarnos la benignidad y la longanimidad.

Dijo, en efecto: Sed misericordiosos, y alcanzaréis misericordia; perdonad, y se os perdonará; como vosotros hagáis, así se os hará a vosotros; dad, y se os dará; no juzguéis, y no os juzgarán; como uséis la benignidad, así la usarán con vosotros; la medida que uséis la usarán con vosotros.

Que estos mandamientos y estos preceptos nos comuniquen firmeza para poder caminar, con toda humildad, en la obediencia a sus santos consejos. Pues dice la Escritura santa: En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.

Como quiera, pues, que hemos participado de tantos, tan grandes y tan ilustres hechos, emprendamos otra vez la carrera hacia la meta de paz que nos fue anunciada desde el principio y fijemos nuestra mirada en el Padre y Creador del universo, acogiéndonos a los magníficos y sobreabundantes dones y beneficios de su paz.

Se hace una breve pausa para reflexionar

RESPONSORIO

Todos:

Que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad. Porque es compasivo y misericordioso, y se arrepiente de las amenazas, el Señor, nuestro Dios.

Salmista:

El Señor no quiere la muerte del pecador, sino que cambie de conducta y viva.

Todos:

Porque es compasivo y misericordioso, y se arrepiente de las amenazas, el Señor, nuestro Dios.

En las Fiestas y Solemnidades (no en los Domingos) se canta el Te Deum.

ORACIÓN
Presidente:

Señor, fortalécenos con tu auxilio durante la Cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.